Amigo o amiga dummie: si eres de los que a fecha de hoy todavía no ha visto ningún capítulo de la serie Stranger Things deja que te deslice un consejo antes de Navidad: huye del país, alquila una celda en un monasterio de clausura, inscribete al Gran Hermano de Azerbaiyán o acude a un maratón con todos los episodios de Star Wars y no salgas del cine hasta que haya empezado el nuevo año. Saldrás con el trasero planchado, pero te ahorrarás las miradas de incomprensión, los comentarios malintencionados y los bloqueos de todos los grupos de WhatsApp de los que formas parte por confundir Once con la administración de lotería. Porque sabes que llegan los encuentros familiares y las comidas navideñas por encima de nuestras posibilidades y, sí, querido dummie, en algún momento del día asomarán por la mesa la pandilla de niños más famosa del siglo XXI.
Strangers Things es una de las series de éxito del momento y, para aquellos valientes que queráis poneros al día en una semana, os diré que ‘solo’ os tenéis que chupar los 17 episodios de las dos temporadas que ya se han emitido hasta ahora. Con una tercera confirmada por Netflix, si eres un analfabeto de las lucecitas que se encienden y se apagan, o eres de aquellos que cuando sale el nombre de Winona Ryder lo primero que sueltas es que te encantó en Mujercitas, tienes un problema.
Por suerte, hoy me pillas de buen humor porque tenemos cena de empresa y creo que puedo hacer algo para ayudarte. Porque ya se sabe que el tiempo es oro, y a lo mejor eres de los que prefieres hacer otras cosas antes que hipnotizarte 17 horas ante la tele para ponerte al día. Quizás disfrazarte de Papá Noel para conseguir caramelos gratis o comprar gases lacrimógenos para cuando venga un grupo de niños a cantar villancicos. No me voy a meter en vuestra vida privada.
Vamos a ver. A estas alturas del cuento no te voy a explicar el argumento porque no lo vas a entender, así que olvídate de lo complejo y vayamos a lo simple. Imagínate que Strangers Things es como entrar en Ikea. Hay una puerta, te metes dentro y no sabes cómo, cuándo o en qué condiciones vas a salir. ¿De acuerdo? Así que cuando la gente te hable del Mundo del Revés, líneas paralelas y demás, tú te imaginas que estás ahí dentro buscando un mueble con nombre a delantero centro sueco. Y si te hablan de un tal Demogorgon o una sombra negra con forma de araña te imaginas que lo que estás buscando es un dependiente que sabes que está pero no lo ves nunca. Es lo mismo pero este viste de amarillo. A partir de ahí puedes entrar a debatir sobre dimensiones paralelas y espías como te dé la gana.
Más cosas. Cuando veas luces que se encienden y se apagan, disimilarás que estás acojonado o que no has pagado el recibo de la luz, y dirás estas cuatro palabras: “es como Strangers Things”. También vale con algunas decoraciones navideñas en calles o pisos no aptos para gente propensa a los ataques epilépticos. Cuando veas niños de entre 12 y 15 años ir en bici dirás: “mira, como los de Strangers Things”. Y puedes añadir algun comentario jocoso como que deben ir rápido porque se les termina el tiempo gratuito del Bicing o como que en la película van más rápidos y ligeros, que debe ser cosa de los efectos especiales.
Los actores. Más allá de la antes citada Wynona Ryder que, sobre todo, no hace comedia romántica, debes saber que la mayoría de protagonistas son niños, así que no intentes hacerte el chulo con su filmografía porque la vas a cagar. Debes saber que entre los niños hay dos niñas protagonistas y, especialmente una, y que se llama Once, que levanta pasiones por todo el mundo. Así que si solo quieres quedar bien y pasar página dirás: “hay que ver lo bien que actúa la niña esta”, y te entenderán. Si te quieres hacer el chulo habla de su sobria interpretación y de la credibilidad que le da al personaje gracias a sus gestos y al trabajo corporal. Y si ves que se te complica la cosa encauza el debate sobre el prometedor futuro que tienen todos pero muestra tu preocupación por el hecho de que la fama les persiga desde tan jóvenes. Y hablas de Verano Azul si quieres y pasas palabra. Eso sí, jamás, jamás compares las dos series o te van a agredir con las neulas hasta que pidas perdón.
Acuérdate también que la serie está ambientada en los años 80, así que ni se te ocurra decir que mola cuando los niños hablan por Whats o que sus peinados crean tendencia como sucede con Justin Bieber o Neymar. Una cosa es que las modas vuelvan y otra que haya gente que diariamente gaste todas las existencias de laca de una tienda de cosméticos. También queda muy bien decir que estuviste todo un día viendo una temporada entera o que estás contando los días que quedan para que empieza la tercera entrega, pero sin exceso de euforia o te preguntarán qué crees que pasará. En ese caso, sé ambiguo y di algo así: “puede pasar de todo porque hay muchos cabos abiertos. Lo que está claro es que no están a salvo ni de coña”. Y tras soltar la frase te vas a la cocina y te bebes un chupito por lo que pueda venir.
Piensa que si la cosa se pone fea, siempre te queda un último as bajo la manga: decir que lo que te preocupa es el futuro de Puigdemont. Servirá para que la gente se olvide de la serie, aunque corres el riesgo de que se fracture toda una familia en cuestión de segundos y que debas regresar de nuevo al universo de ficción. Al final, la opción más válida es que des un paso al frente y te consideres un “stranger” por no ser “stranger”. Si lo quieres hacer con postureo puedes decir algo así como “es que yo no la veo porque tengo miedo de que cuando la vea me dé cuenta de que está sobrevalorada”. Serás un stranger person, pero hay things que también molan, e ir a contracorriente es una de ellas.
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